Arriba a las 10 de la mañana, qué ganas de investigar la ciudad a la luz del día. Salgo de la habitación y me dirijo a la zona del patio donde vive la familia del hostal que me acoge. Me dan los buenos días la mujer del dueño, su cuñada y su niña de año y medio, qué monada. ‘Breakfast? What do you want for drink?’. Café bien cargado, por favor. ‘Ok, go back to your room, we will bring it to you’. Amazing. Así que vuelvo a mi habitación y salgo a sentarme al porche con el ordenador para ponerme al día con las noticias de mi querida España. A los diez minutos viene el sobrino con crepes de plátano y coco rallado por encima, un par de tostadas y un café. Uau.

Salgo del hostal llena de energía para conocer el lugar. Calles estrechas, aceras mínimas, tiendas para turistas, cafés entrañables, templos, ofrendas de flores, arroz e incienso en la acera y sobre algunos coches. No puedo hacer ni una foto, me impacta muchísimo cómo se mezcla la arquitectura de los templos con las construcciones sencillas de las tiendas.

Tiendas con muy buena pinta, como te podrías encontrar en Madrid, mezcladas con sencillas construcciones llenas de turistadas. Tráfico loco. Turistas, locales, mujeres con bebés en brazos pidiendo limosna, hombres preguntando si quieres un taxi o una moto o un masaje. Van fotos, que hablan mejor de lo que pueda explicar yo.