A las 7:30h me despierto, un par de horas antes de que suene la alarma. Motivada por no haber sido víctima del jet lag, salto de la cama, ducha, café y a perderme por el centro de Kuala Lumpur.

2-calleY efectivamente, me pierdo. Así que antes de seguir alejándome del campamento base, compro una tarjeta para tener datos en el móvil y poder contar con la inestimable ayuda de Google Maps. Yo soy muy de usar planos de los de papel de toda la vida, me gusta poder ver toda la ciudad a la vez y situar la zona donde estoy con referencia al resto de la ciudad, dibujar mi propia leyenda y recorridos; pero opto por no enfatizar mi condición de turista, ya son suficientes pistas llevar la cámara colgando y tener cara de occidental más perdida que un pulpo en un garaje.

Al poco de salir del apartamento, me doy cuenta de que en esta ciudad no se estilan los pasos de cebra. No hay problema en las calles estrechas, pero cuando me topo con una carretera de tres carriles en ambos sentidos y tras andar un poco en ambas direcciones sin ver por dónde cruzar legalmente, decido quedarme quieta y ver qué hacen los peatones. Para más inri, como colonia británica que fue, Malasia ha heredado la costumbre de conducir por la izquierda. Lo que no han heredado es la costumbre de escribir en el asfalto “look left”, así que antes de dar un paso parece que estoy siguiendo un partido de tenis con el botón >> pulsado. Ays.

2-mezquitaObservando a los locales, llego a la conclusión de que llevan instalado de serie un gps que les permite cruzar sin aminorar el paso y, milagrosamente, sin ser atropellados por el denso (y loco) tráfico. Me recuerda a la escena de El Club de la Lucha, cuando Edward Norton intenta seguir a Helena Bonham Carter al cruzar una carretera: Ella la atraviesa como pez en el agua, sorteando mágicamente el tráfico, pero él es incapaz de dar dos pasos sin tener que retroceder (estaba segura de que el vídeo estaría en YouTube, pero nop, pú). Y el tráfico me recuerda a El Cairo, donde más que carreteras aquello parecía la atracción de los autos de choque.

Tras unos minutos parada sin encontrar el momento adecuado (y con una ligera sensación de paleta provinciana), vislumbro a lo lejos lo que parece ser un paso elevado y me dirijo hacia él. Soy la única persona que lo está utilizando, al menos en ese momento, excepto por un hombre sentado que juega con dos niños pequeños en un improvisado campamento instalado en el centro del puente. Les sonrío, me devuelven la sonrisa. Una vez al otro lado, ya estoy en Bukit Bintang: Calles estrechas, miles de tiendas con todos los productos imaginables y restaurantes, puestos de comida callejera, hostales para mochileros, olores que se mezclan, masajistas persiguiendo a turistas…

2-comida-beef-stew-2Decido comer en un bar que Helmi me ha recomendado: Merchant’s Lane, en el barrio chino. No está demasiado lejos andando, así que pongo rumbo hacia el oeste del centro. Me cuesta un rato encontrar la pequeña puerta verde del garito, que está situado en el primer piso de un viejo edificio de dos alturas.

El sitio es muy chulo y los camareros me reciben con una amplia sonrisa. Estoy muerta de hambre, así que pido lo que tiene pinta de más contundente: Hongkie beef stew, carne de ternera cocida a fuego lento con verduras y arroz y, por supuesto, salsa picante. 2-comida-beef-stewSúper yammy. Trabajo un rato mientras como y veo cómo el sitio se llena poco a poco. Estoy comiendo a las 12 de la mañana, madre mía, parezco más europea que española.

A eso de las 14h y tras un delicioso café moka, siento que el calor y la humedad están haciendo estragos en mí y vuelvo a casa. Bajón de tensión, qué rollo, siempre me pasa lo mismo cuando viajo a sitios con este clima. Tarde tranquila en casa y a coger fuerzas para el segundo día.